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El consumo de leche sin lactosa se ha extendido mucho últimamente ya que supone la alternativa para todas aquellas personas intolerantes a la lactosa. Si bien la leche no es un alimento imprescindible en la dieta de los adultos, suele formar parte de nuestra alimentación habitual.
La lactosa es un hidrato de carbono que está en todas las leches de origen animal, incluida la humana. Su cantidad se encuentra en mayor o menor medida dependiendo de su procedencia – vaca, cabra, oveja o búfala –
La eliminación de la latosa se produce a través de un proceso industrial que separa por completo este azúcar de la leche. Aunque se ha diseñado para las personas con intolerancia a este sacárido, su consumo puede ser beneficioso para quienes quieren, simplemente, quitar la lactosa de su dieta.
La leche sin lactosa es igual que otra leche normal, sigue manteniendo los mismos nutrientes: proteínas, grasas, vitaminas y minerales: sodio, calcio, azufre, fósforo, potasio, cloro. Proteínas como la caseína y vitaminas como la A y la D .Además, aporta las mismas calorías, por lo que es recomendable en la edad adulta consumir leche semidesnatada sin lactosa, con menor aporte de grasas.
Entre los beneficios y propiedades del consumo de la leche sin lactosa se encuentran los siguientes:
- Disminuye o elimina los síntomas de quienes padecen intolerancia a la lactosa.
- Es más digestiva que la leche normal, previniendo molestias y alteraciones estomacales tanto en las personas con esta intolerancia como en las que no (más a largo plazo).
- Es fuente de calcio y riboflavina(B2)
- Es también una buena fuente de grasa saturada y de proteínas con alto valor biológico.
- Tiene un sabor más dulce que la leche normal.
- Proporciona niveles óptimos de azúcar. Tiene un 15% menos de azúcar que la sacarosa o el azúcar común de mesa.
- Continúa teniendo el mínimo de lactosa necesario, fundamental para la absorción de calcio.
- Puede emplearse sin problemas para cocinar todas las recetas que requieran leche tradicional.